Los dueños de la tierra

“El bastardo”, con Mads Mikkelsen, es un drama histórico centrado en un capitán retirado del ejército danés que quiere cultivar un páramo cedido por el rey.

Hay un cine de autor y también hay un cine de actor, es decir, películas que se sostienen fundamentalmente por el trabajo de su actor principal. De la contundente El bastardo, del danés Nikolaj Arcel, se podría decir que es cine de actor, porque tiene como protagonista al gran Mads Mikkelsen, quien siempre eleva el arte dramático a un nivel altísimo y se adueña de las películas en las que participa.

El filme se ubica en el siglo XVIII, más precisamente en Copenhague en 1755, cuando el capitán retirado Ludvig Kahlen (Mikkelsen), hijo bastardo de un noble y una sirvienta, llega a los yermos brezales de Jutlandia para cultivar la tierra y así conseguir honor y riqueza. Pero la naturaleza es brutal, el suelo es árido, la tierra está plagada de forajidos y durante décadas todos los que han ido allí han fracasado.

El empecinamiento de Kahlen es clave en la puesta en escena y Arcel hace de sus planos un reflejo de su personaje. El director logra filmar una película de época e histórica con mucha violencia y austeridad, sin que merme en ningún momento la rigurosidad en la fotografía (a cargo de Rasmus Videbaek), en la música (de Dan Romer) y en las actuaciones.

Pronto aparece el enemigo de Kahlen, Frederik De Schinkel (Simon Bennebjerg), el terrateniente cruel que quiere adueñarse de las tierras, sobre todo de la parte en la que se instala Kahlen para cultivar y para crear una colonia con permiso del rey, y con la ayuda de un amigo y de una pareja de fugitivos.

De Schinkel, quien cree que en la vida reina el caos, no soporta que alguien pueda cultivar ese páramo y que, encima, tenga la aprobación del rey. De a poco vemos cómo el villano trata a sus empleados y de lo que es capaz de hacer con tal de sacarse de encima a Kahlen.

También conocemos a la prima de De Schinkel, Edel (Kristine Kujath Thorp), con quien se quiere casar. Sin embargo, el personaje femenino más importante es Ann Barbara (Amanda Collin), la mujer de Johannes (Morten Hee Andersen), la pareja que logra escapar de la tiranía de De Schinkel y que decide quedarse con Kahlen para ayudarlo a cultivar papas.

Hay gitanos por la zona a los que se los ve como malditos, y en el grupo de gitanos hay una niña, Anmai Mus (Hagberg Melina), el otro personaje clave, quien entabla una relación especial con Kahlen, al que ve como a un padre. Esa suerte de familia que se forma entre el protagonista, la niña y Ann es el elemento decisivo de la trama.

La interpretación de Mikkelsen irradia convicción. Su personaje expresa agresividad y rudeza cuando las cosas se ponen tensas, y sensibilidad en los momentos difíciles. Mikkelsen se luce con su rusticidad triste y contenida, sin hacer una mueca de más.

Arcel deja en evidencia la codicia y la maldad de los poderosos que quieren pasar por encima de la gente, con personajes bien marcados y, a su vez, sutiles. Y lo hace con mucho pulso para desarrollar el drama y para recordarnos que siempre hay que luchar por un orden, por lo justo, por lo que le corresponde a cada uno.

El bastardo (Bastarden, Dinamarca/Suecia/Noruega/Alemania, 2023)

Drama

Muy buena (****)

Dirección: Nikolaj Arcel. Guion: Nikolaj Arcel y Anders Thomas Jensen, basado en el libro “The Captain and Ann Barbara”, de Ida Jessen. Elenco: Mads Mikkelsen, Amanda Collin, Simon Bennebjerg, Hagberg Melina, Kristine Kujath Thorp, Gustav Lindh, Morten Hee Andersen, Thomas W. Gabrielsson, Jacob Lohmann, Magnus Krepper y Olaf Højgaard. Fotografía: Rasmus Videbaek. Música: Dan Romer. Duración: 127 minutos. Apta para mayores de 16 años.

Foto del texto: Mads Mikkelsen como Ludvig Kahlen en “El bastardo”. (Henrik Ohsten / Magnolia Pictures)

Jesús Rubio / Copyleft 2024

Humo sobre el agua

“Maremoto” tiene algunas cuestiones valorables, aunque también muchos lugares comunes.

Cine catástrofe noruego ejecutado con solvencia y respeto por las reglas del género. Eso es Maremoto, una película que, además de mantener el suspenso, denuncia el negocio del petróleo, una de las principales causas de la contaminación de los océanos, del cambio climático y, por lo tanto, de las distintas represalias de la naturaleza.

Dirigida por John Andreas Andersen, Maremoto muestra el derrumbe de una plataforma petrolífera en el Mar del Norte, costa de Noruega, y cómo los encargados descubren que se debe a una grieta en el fondo del mar, que hizo lo mismo hace miles de años y que ahora se repite por las perforaciones que se hacen desde las plataformas.

Al comienzo se muestra una grabación de video en la que uno de los encargados de la empresa, William (Bjørn Floberg), expresa cierto arrepentimiento por las consecuencias trágicas del trabajo en la plataforma.

Luego, la película se encarga de presentar a los personajes principales: Sofia (Kristine Kujath Thorp) y Stian (Henrik Bjelland), de mostrar la vida que llevan juntos y de introducir al personaje de Odín (Nils Elias Olsen), el hijo de Stian, como si estuviera preparando la sensibilidad del espectador para justificar la emoción del final.

Sofia se entrena en una base dedicada a la robótica en alta mar, con unos aparatos diseñados para filmar bajo el agua. El amigo y compañero de trabajo Arthur (Rolf Kristian Larsen) es un experto en la técnica y la película lo muestra como alguien muy querido por la protagonista.

Los efectos especiales están dosificados con prudencia, mientras se desarrolla la tensión que se genera en la empresa cuando empiezan a surgir las primeras grietas en el fondo del mar.

Apoyada en el género catastrofista, el filme tiene una seguidilla de lugares comunes desarrollados con pulso, sin pretender hacer nada novedoso ni nada que se salga de la fórmula del subgénero. Un elemento importante es el surgimiento de un héroe, en este caso una heroína, Sofia, quien se involucra hasta el último para salvar a su compañero Stian, quien queda atrapado cuando el maremoto derriba la plataforma más grande del Mar del Norte.

La película tiene que tener necesariamente una heroína que se vea sumida en una situación de vida o muerto junto con otros personajes para crear más suspenso, algo que el director logra a su manera.

Lo que le juega en contra a Maremoto es que es muy específica, tanto en el lenguaje técnico que maneja como en el tema que plantea. En cambio, lo que sí es universal y entendible es el drama que viven los personajes. Y, por supuesto, la denuncia a la industria petrolera, que se puede hacer extensiva a otras industrias.

Maremoto (Nordsjøen, Noruega, 2021)

Suspenso, Drama

Buena (***)

Dirección: John Andreas Andersen. Guion: Harald Rosenløw-Eeg y Lars Gudmestad. Elenco: Kristine Kujath Thorp, Henrik Bjelland, Rolf Kristian Larsen, Anders Baasmo, Bjørn Floberg, Anneke von der Lippe, Christoffer Staib, Ane Skumsvoll, Cengiz Al y Nils Elias Olsen. Fotografía: Pål Ulvik Rokseth. Música: Johannes Ringen y Johan Söderqvist. Duración: 96 minutos. Apta para mayores de 13 años. En cines.

Foto del texto: Henrik Bjelland, Kristine Kujath Thorp y Rolf Kristian Larsen en una escena de “Maremoto”. (Magnet Releasing)

Crítica publicada en el diario La Voz del Interior el sábado 10 de junio de 2023.
Jesús Rubio / Copyleft 2023