La decisión de una madre

“Detrás de la verdad” es un drama que se ubica en la tradición de thrillers con temática de drogas, protagonizado por Hilary Swank como una periodista que tiene que tomar una decisión difícil.

Tanto el título en castellano, Detrás de la verdad, como el título original, The Good Mother (La buena madre), señalan lo que pretende contar y demostrar la película de Miles Joris-Peyrafitte protagonizada por Hilary Swank en el papel de una madre que busca a los asesinos de su hijo.

El problema es que es un filme descuidado en detalles lógicos y verosímiles, porque a toda costa quiere construir el relato de una manera que justifique la escena final, a la que se le da más importancia que al resto de la historia y en la que se deja al espectador una suerte de mensaje moral.

Marissa Bennings (Swank) es periodista y una escritora sobresaliente, a quien siguen bancando en la redacción a pesar de que hace mucho que no escribe. Desde el principio se la ve mal y triste, entregada al alcohol para calmar las penas provocadas por la muerte de su marido (aunque esto no queda claro).

Tiene dos hijos, el policía Toby (Jack Reynor) y Michael (Madison Harrison). Este último acaba de separarse de su novia embarazada, Paige (Olivia Cooke), y no puede superar las adicciones a las drogas. Un día, Toby llega a la redacción para avisarle a su madre que su hermano murió. Es justamente a Michael a quien matan al comienzo de la película, en una secuencia que va a atravesar toda la trama.

Esto lleva a que Marissa y Paige se unan (a pesar de que no se llevan bien) para localizar a los responsables de la muerte del muchacho. Y así es que se ven, de pronto, frente a un mundo de narcóticos y deshonestidad en los suburbios de Albany que las lleva a descubrir una verdad mucho más dolorosa y siniestra de lo que imaginaban.

En cuanto a Toby, siempre se muestra disuasivo con las iniciativas de la madre y de Paige, quienes quieren encontrar a un tal Ducky (Hopper Penn), un amigo íntimo de Michael sospechoso de ser el que lo entregó, ya que ambos estaban en el tráfico de heroína cortada con fentanilo, una droga que hace estragos en la gente con menos recursos.

De este modo, Detrás de la verdad se convierte en una película coyuntural y se ubica en la tradición de thrillers dramáticos con drogas, pero sin el nervio y la tensión que caracterizan a este tipo de producciones de segunda línea, casi siempre condenadas a las plataformas.

Su apuesta máxima es sobre lo que debe hacer una madre en una situación semejante. ¿Qué hacer cuando un hijo muere por la adicción o por el narcotráfico y otro se ve involucrado en la muerte? ¿Qué debe hacer una madre en ese caso? ¿Salvar al que está vivo por más que sea culpable o hacer justicia por el que está muerto?

Las actuaciones de Swank, de Cooke y de Reynor mantienen cierta convicción y respetan un guion manipulador y lleno de baches, giros y licencias que atentan contra la verosimilitud de la historia, y que, por eso mismo, hacen que la película se vaya desinflando hasta llegar a un final que quiere ser ejemplar a la fuerza, sin dejarles demasiadas opciones al personaje principal ni a los espectadores.

Detrás de la verdad (The Good Mother, Estados Unidos, 2023)

Drama

Regular (**)

Dirección: Miles Joris-Peyrafitte. Guion: Miles Joris-Peyrafitte y Madison Harrison. Elenco: Hilary Swank, Olivia Cooke, Jack Reynor, Dilone, Hopper Penn, Madison Harrison, Norm Lewis, Karen Aldridge, Larry Fessenden, Jason Giampietro y Majestic Tillman. Fotografía: Charlotte Hornsby. Música: Eric Slick. Duración: 90 minutos. Apta para mayores de 13 años (con reservas).

Foto del texto: Karen Aldridge (izquierda) y Hilary Swank en “Detrás de la verdad”. (SSS Entertainment / Digicine)

Publicado en el diario La Voz del Interior, con otro título, el martes 2 de abril de 2024.
Jesús Rubio / Copyleft 2024

La épica de los monstruos

Se estrenó “Godzilla x Kong: El Nuevo Imperio”, un filme que tiene todo para que el espectáculo sea efectivo.

Los amantes del cine-espectáculo pueden ir haciendo cola para comprar el balde de pochoclos, porque la nueva entrega del monsterverse de Legendary y Warner Bros. es una verdadera gozada cinéfila, de esas que dejan clavados en la butaca mientras disfrutamos de las titánicas peleas de los protagonistas, los monstruos más queridos, los que encienden la pantalla con sus pisotones colosalistas y siempre necesarios para el entretenimiento.

Adam Wingard repite en la dirección de este nuevo capítulo de la franquicia polimonstruosa, con su equipo de guionistas habitual (Simon Barrett, Terry Rossio y Jeremy Slater) y con Rebecca Hall como la doctora Ilene Andrews, Kaylee Hottle como Jia (su hija adoptiva de la tribu Iwi), Brian Tyree Henry como Bernie Hayes y su actor fetiche Dan Stevens como Trapper, el veterinario/dentista que le hace una extracción de canino izquierdo a Kong (y un implante) en una escena genial. 

El director luce un pulso más aceitado que en la entrega anterior (Godzilla vs. Kong, 2021), sobre todo en las escenas de acción, con peleas que son un espectáculo efectivo y estruendoso de efectos especiales, con mucho sentido de los movimientos de los titanes, capaces de destruir ciudades enteras con un estornudo, y que esta vez vienen potenciados por un enemigo que surge de las entrañas mismas de Tierra Hueca.

Kong y Godzilla están en sus respectivos mundos, pero empiezan a sentir unas extrañas vibraciones que los ponen como locos. El equipo de especialistas, liderado por la doctora Andrews, va a Tierra Hueca a ver qué pasa con Kong, y de dónde vienen esos signos raros. Por supuesto, todo se trata del nuevo enemigo, el rojizo y salvaje Skar King, quien vive en un lugar inexplorado con su reino y sus esclavos y un monstruo secreto al que dirige infligiéndole dolor con una lanza poderosa.

Esto hará que Kong y Godzilla tengan que suspender su histórica rivalidad y aunar fuerzas para enfrentarlo. Wingard se encarga de profundizar con ritmo, y con dosis justas de humor, en las historias de estos titanes, en sus orígenes y en los misterios de Isla Calavera y más allá, mientras entrega una batalla de proporciones bíblicas con los monstruos. 

Kong y Godzilla destruyen ciudades como si nada, se pelean entre ellos y contra y con los monstruos de turno, igual de tremendos, como Mothra, quien tiene una aparición especial e importante, o como Skar King y su temible monstruo-mascota cuyo nombre no vamos a revelar.

Por momentos, da la impresión de que el cine es esto, porque Godzilla x Kong: El Nuevo Imperio entretiene de manera honesta y bien narrada, con una combinación casi perfecta de elementos, que encajan con precisión en el engranaje de la trama; y con personajes humanos que cumplen y rinden en sus papeles, sabiendo que son el complemento para que los verdaderos protagonistas puedan cumplir con sus objetivos.

Wingard se apoya en una banda de sonido acorde a la aventura épica que narra. Y, si bien no entrega nada que no hayamos visto, logra emocionar con sus bichos enormes, tan humanos como los humanos que los secundan, ya que son capaces de entender que la unión hace la fuerza.

Godzilla x Kong: El Nuevo Imperio (Godzilla x Kong: The New Empire, Estados Unidos, 2024)

Aventuras, Acción

Muy buena (****)

Dirección: Adam Wingard. Guion: Terry Rossio, Simon Barrett y Jeremy Slater. Elenco: Rebecca Hall, Dan Stevens, Brian Tyree Henry, Kaylee Hottle, Alex Ferns, Fala Chen, Rachel House, Ron Smyck, Chantelle Jamieson y Greg Hatton. Fotografía: Ben Seresin. Música: Tom Holkenborg y Antonio Di Iorio. Duración: 115 minutos. Apta para mayores de 13 años. En cines.

Foto del texto: Godzilla, izquierda, y Kong en “Godzilla x Kong: El Nuevo Imperio”. (Warner Bros. Pictures)

Publicado en el diario La Voz del Interior el sábado 30 de marzo de 2024.
Jesús Rubio / Copyleft 2024

Una buena remake de un clásico popular

“El duro” es una película de acción irresistible, que acentúa el trazo grueso y lo ridículo de agarrarse a trompadas. Con Jake Gyllenhaal.

Es interesante lo que hace Doug Liman en su remake de El duro (Road House), aquel clásico popular de fines de la década de 1980 protagonizado por Patrick Swayze. Por un lado, decide respetar la “testiculina de macho” de aquella, con hombres que se revientan a trompadas. Y por el otro, redobla la apuesta y acentúa lo autoconsciente, lo cursi, lo ridículo, lo grasa, convirtiéndola, por eso mismo, en una pieza irresistible.

Lo que propone esta nueva versión es divertir a puñetazos. Se trata de entretener con acción brutal, con trazo grueso, con una historia que vaya al palo y a los bifes, y con personajes exagerados, caricaturescos y cavernícolas. Es una película para verla parados en la calle mientras la pasan en alguno de esos bares donde las milanesas son baratas y chorrean aceite, pero son rendidoras y sabrosas.

El protagonista absoluto es Dalton (Jake Gyllenhaal), exluchador de la UFC (al que todos temen) que acepta un trabajo como guardia en un bar de los Cayos de Florida, contratado por Frankie (Jessica Williams), la dueña, después de que lo viera hacerse respetar en una pelea ilegal y de que recibiera una puñalada de muerte.

Cuando Dalton llega a Glass Key, el pueblo costero en el que se encuentra el bar (llamado Road House), conoce a una adolescente que trabaja en una librería, Charlie (Hannah Love Lanier), quien le regala un libro, y al padre de la niña, Stephen (Kevin Carroll); y, en el hospital, cuando lo atienden por la herida de la puñalada, conoce a Ellie (Daniela Melchior), con quien tendrá un romance. Estos personajes son claves en la trama.

Dalton llega al bar (con ese andar ligeramente desgarbado del actor), siempre seguro de sí mismo y mirando con una leve sonrisa, como si tuviera todo controlado, como si se las supiera a todas. Se hace el bueno porque es bueno para las piñas, pero trata de no pelear porque sabe cuáles son las consecuencias (una mala acción en una vieja pelea lo sigue atormentando).

Pronto descubre que el paraíso que rodea al bar no es lo que parece. Sobre todo cuando entran a escena los villanos (son varios), con un malo principal, Knox (Conor McGregor), exultante y agresivo, que derriba a todo aquel que se interponga en su camino. El director trabaja este personaje con brocha gorda, casi paródica, para crear un enemigo que esté a la altura del héroe.

El duro es una película un tanto apologética, que de alguna manera enaltece el agarrarse a trompadas en un bar o en la calle, en clave de una ficción recargada de enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Y el ángulo subjetivo con el que están filmadas algunas peleas (para dar el efecto de inmersión) es una decisión un tanto incómoda, ya que los movimientos, a veces, no se entienden.

Liman no incorpora ni una pizca de la cultura woke reinante. Mantiene el espíritu políticamente incorrecto de la original y maneja el relato con un desenfado desprejuiciado. Para bien o para mal, el director da en la tecla y apela al corazón de la película de los ‘80: el de la violencia como patología y como peligroso divertimento masculino.

El duro (Road House, Estados Unidos, 2024)

Acción

Buena (***)

Dirección: Doug Liman. Guion: Anthony Bagarozzi y Chuck Mondry. Elenco: Jake Gyllenhaal, Daniela Melchior, Conor McGregor, Billy Magnussen, Jessica Williams, B.K. Cannon, Joaquim de Almeida, Hannah Love Lanier, JD Pardo, Kevin Carroll, Post Malone, Lukas Gage, Beau Knapp, Dominique Columbus y Arturo Castro. Fotografía: Henry Braham. Música: Christophe Beck. Duración: 121 minutos. Apta para mayores de 16 años. En Amazon Prime Video.

Foto del texto: Jake Gyllenhaal en “El duro”. (Laura Radford / Amazon Prime Video)

Publicado en el diario La Voz del Interior el jueves 28 (en la web) y el domingo 31 (en papel) de marzo de 2024.
Jesús Rubio / Copyleft 2024

Maternidades de terror

“Crónica sangrienta” es otra película surcoreana con ciertos clichés del género, pero con algunas pinceladas interesantes en cuanto a la relación entre madres e hijas.

A diferencia del cine de género norteamericano mainstream, el surcoreano se arriesga un poco más y se detiene en el desarrollo de la historia, en la que, a veces, se enreda en giros y lugares comunes que ya son su marca registrada (como la aparición de personajes fantasmales con los pelos para adelante).

En Crónica sangrienta, la directora Jung Ji-yeon plantea un drama en clave de thriller criminal con toques de terror que se desenvuelve con cierta imaginación para el conflicto (al que complejiza y extiende innecesariamente) y pulso para la dosificación del terror, con algunas sorpresas que, lamentablemente, se dejan adivinar.

Se-ra (Chun Woo-hee) es una presentadora de televisión que, minutos antes de una transmisión en vivo, recibe una llamada de alguien que le dice que va a ser asesinado. La mujer cree que se trata de una broma, pero queda preocupada y decide ir a la casa de quien llamó. Cuando llega, ve los cuerpos de una madre y su hija, y, para su sorpresa, se encuentra con In-ho (Shin Ha-kyun), el psiquiatra de la madre muerta.

La presentadora vive con su madre, So-young (Lee Hye-young), quien le dice que el caso puede ser una oportunidad para convertirse en una verdadera presentadora. El crimen se parece a otro del pasado, en el que una madre mató a su hija y se suicidó. Este terrible hecho también tiene que ver con pesadillas recurrentes de la protagonista, en las que alguien, a quien no le puede ver la cara, la ahorca.

La madre de Se-ra es alcohólica y sobreprotectora, y demuestra cierta envidia por el trabajo de su hija, con la que vive en una situación de tensión permanente y de discusiones violentas. A todo esto, Se-ra decide ver al psiquiatra, en parte para averiguar qué hacía en la escena del crimen, y en parte para contarle de sus pesadillas.

Estos son los elementos que se ponen en juego y los que la directora va a utilizar para ir mostrando cuál es el verdadero motivo de las alucinaciones de Se-ra. Pero el problema es que se centra demasiado en el drama de una madre que no quiso tener a su hija y le resta protagonismo al terror.

Y lo peor de todo es que se va quedando sin ideas hasta culminar con un cierre remarcado y superficial. Sin embargo, es interesante cómo plantea el tema y todo lo que significa una relación madre-hija cuando la progenitora es soltera.

Es un drama de suspenso y terror que también pretende hablar del lugar desigual que ocupa la mujer en una sociedad como la coreana (en la que, con cualquier mínimo tropieza o problema, puede perder su trabajo) y de las exigencias que tienen por parte de sus mismos familiares. Además, resalta la competencia entre madres e hijas y pone foco en la maternidad indeseada, con un leve mensaje conservador en contra del aborto.

El filme se maneja bien por los andariveles que transita (el del terror y el del drama), pero se percibe fallido, cansador, un toque lento y con un final que no levanta debido a un remarcado mensaje esperanzador que desentona en una historia oscura y pesimista.

Crónica sangrienta (Aengkeo, Corea del Sur, 2022)

Terror, Drama

Regular (**)

Guion y dirección: Jung Ji-yeon. Elenco: Chun Woo-hee, Shin Ha-kyun, Lee Hye-young, Park Ji-hyun, Cha Rae-hyung, Nam Moon-cheol, Im Sung-jae, Kim Young-pil, Park Se-hyun, Seo Yi-soo y Park Se-hoon. Fotografía: Lim Won-geun. Música: Jeong Jung-yeop. Duración: 111 minutos. Apta para mayores de 16 años. En cines.

Foto del texto: Chun Woo-hee en “Crónica sangrienta”. (Insight Film / Terrorífico Films)

Publicado en el diario La Voz del Interior el martes 26 de marzo de 2024 (en la web).
Jesús Rubio / Copyleft 2024

La era de hielo

“Ghostbusters: Apocalipsis fantasma” vuelve sobre su pasado ochentoso de manera infructuosa y sin aportar nada nuevo.

A Hollywood le encanta hacer pavaditas industriales como Ghostbusters: Apocalipsis fantasma, película que intenta reciclar la saga que marcó a toda una generación de espectadores en la década de 1980, además de ser la secuela de Ghostbusters: El legado (2021) y la quinta de la franquicia iniciada por Ivan Reitman en 1984 (a cuya memoria está dedicada, ya que el director murió en 2022).

Entre otras cosas, el éxito de las dos icónicas películas de los ‘80 se debió al merchandising que las acompañó (que incluía muñequitos de los fantasmas, remeras, videojuegos, entre otros productos), a la pegadiza canción compuesta e interpretada por Ray Parker Jr. y al carisma de los protagonistas: Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis, Rick Moranis, Ernie Hudson, Annie Potts y William Atherton.

Que se intente homenajear o reiniciar una saga que tuvo éxito hace 40 años no está mal, lo que está mal es que Hollywood lo viene haciendo desde hace ya varios años sin aportar nada nuevo, incluso haciendo todo lo contrario: productos de fórmula con guiones automatizados y desprovistos de creatividad.

En Ghostbusters: Apocalipsis fantasma, dirigida por Gil Kenan (quien coescribe el guion con Jason Reitman) las actuaciones son tan mecánicas e insulsas como el guion, que incluye la cuota de corrección política obligatoria, las típicas escenas atolondradas con efectos especiales y unos diálogos esquemáticos con villanos solemnes y buenos forzadamente divertidos, además de la poco emotiva aparición de los viejos integrantes para conectar con la nostalgia del público mayor.

Es decir, se intenta actualizar la historia con la sensibilidad y los códigos del presente sin sacar un pie del pasado, pero hecho como si a los responsables no les importara el cine. Por ejemplo, la construcción del villano (un fantasma que tiene el poder de transmitir un frío mortal y de congelar lo que toca) es la habitual de los filmes de terror sobrenatural sin ingenio, con una voz ridículamente grave frente a unos cazafantasmas que intentan capturarlo mientras tiran chistes sin gracia.

La familia Spengler, encabezada por Paul Rudd como Gary, tiene un par de momentos más o menos aceptables, como cuando la adolescente Phoebe (Mckenna Grace) conoce a la fantasma Melody (Emily Alyn Lind), con quien entabla una relación amistosa. Sin embargo, esta subtrama no termina de cerrar porque no logra la emotividad o la química que tiene que tener. Y el personaje de Finn Wolfhard, Trevor, tampoco llega a lucirse, ya que padece de una falta de carisma preocupante.

Y el resto es más de lo mismo: los Spengler vuelven a donde empezó todo, el mítico cuartel de bomberos de Nueva York, con las intenciones de formar un equipo con los cazafantasmas originales, quienes instalaron un laboratorio de investigación ultrasecreto para combatir a los fantasmas de turno, sobre todo a una fuerza maligna que sale de un misterioso artefacto antiguo y que intenta instaurar una segunda Edad de Hielo.

Lo peor de las comedias de terror como Ghostbusters: Apocalipsis fantasma es que no hacen reír ni meten miedo. Y si no llega a ser mala es por los primeros minutos (que tienen una persecución en el famoso auto de los cazafantasmas rodada con mucho sentido de la acción), por la canción de Ray Parker Jr. y por la escena poscréditos, que es mucho más divertida que toda la película.

Ghostbusters: Apocalipsis fantasma (Ghostbusters: Frozen Empire, Estados Unidos/Canadá, 2024)

Aventuras, Comedia

Regular (**)

Dirección: Gil Kenan. Guion: Gil Kenan y Jason Reitman. Elenco: Paul Rudd, Carrie Coon, Finn Wolfhard, Mckenna Grace, Kumail Nanjiani, Patton Oswalt, Celeste O’Connor, Emily Alyn Lind, Logan Kim, James Acaster, Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson, Annie Potts, William Atherton, Shelley Williams y Chris Tummings. Fotografía: Eric Steelberg. Música: Dario Marianelli. Duración: 115 minutos. Apta para mayores de 13 años. En cines.

Foto del texto: Celeste O’Connor (izquierda), Finn Wolfhard, James Acaster, Logan Kim y Dan Aykroyd en “Ghostbusters: Apocalipsis fantasma”. (Jaap Buitendijk / Columbia Pictures)

Publicado en el diario La Voz del Interior el sábado 23 de marzo de 2024.
Jesús Rubio / Copyleft 2024

El mejor amigo imaginario

En “Ricky Stanicky”, el legendario director Peter Farrelly se despacha con una desopilante historia de amistad masculina. Con Zac Efron y John Cena.

Probablemente ya se dijo muchas veces, pero nunca está de más decirlo de nuevo: Peter Farrelly es un genio de la comedia, un director que puede desplegar distintas capas de humor mientras entrega gags y diálogos inteligentes e hilarantes, en los que se mezclan la incorrección política, los temas tabúes, el humor negro y las bromas que descolocan tanto a los personajes como a los espectadores.

Con su hermano Bobby (con quien no trabaja desde 2014) hicieron grandes clásicos de la comedia norteamericana, como Tonto y retonto, Locos por Mary, Irene, yo y mi otro yo, Amor ciego, entre otras, todas buenísimas, y a las que tendrían que haber reconocido más y no relegarlas como si pertenecieran a un género menor.

En Ricky Stanicky, su tercera película en solitario, estrenada en Amazon Prime Video, Peter Farrelly cuanta la historia de tres amigos, Dean Stanton (Zac Efron), JT (Andrew Santino) y Wes (Jermaine Fowler), que en la infancia queman la casa de un vecino en Halloween e inventan un nombre para culpar y para despistar a la policía, al que escriben en una prenda que dejan en el hall del inmueble incendiado: “Ricky Stanicky”.

Veinte años después, los amigos continúan usando ese nombre como coartada para zafar de situaciones complicadas. Los tres están en pareja, Dean con Erin (Lex Scott Davis), Was con Keith (Daniel Monks) y JT con Susan (Anja Savcic), quienes están a punto de tener un hijo.

La clave cómica de la película está en que a Ricky le inventan una biografía que va creciendo en detalles inmanejables, a los que anotan en un cuaderno que llaman “la Biblia”, una suerte de guía sobre lo que tienen que saber de Ricky para no pisar el palito.

Los problemas llegan cuando, en el baby shower de JT y Susan, los tres deciden viajar a Atlanta City a una fiesta electrónica, con la excusa de que Ricky está enfermo de cáncer. Es allí cuando, mientras comparten unas copas en un casino, conocen a un imitador de rock and roll pornográfico y alcohólico que se hace llamar “El duro Rod”, interpretado por un John Cena magnífico, que demuestra lo brillante que puede ser si lo dirige alguien con el talento de Farrelly.

Cuando los amigos regresan a casa de urgencia por el prematuro parto de Susan, los familiares empiezan a preguntarles por el amigo enfermo y les piden que se los presenten. Es así que a Dean se le ocurre llamar a ese actor borracho que conocieron el día anterior para que se haga pasar por Ricky.

La rapidez y la gracia con las que se les ocurren las salidas y las mentiras, y las situaciones descabelladas en las que se ven envueltos (se suma un William H. Macy igual de enorme que Cena), son de una efectividad y de un timing asombrosos.

Farrelly se arriesga con chistes que quedan un poco fuera de lugar, sin temerle a lo escatológico, a lo sexual y a lo tabú, y entrega no solo una efectiva y, por momentos, comiquísima historia de amistad masculina, sino también una historia de redención, resurgimiento y amor, con lejanos ecos del cine de Frank Capra.

Ricky Stanicky (Estados Unidos, 2024)

Comedia

Muy buena (****)

Dirección: Peter Farrelly. Guion: Jeff Bushell, Brian Jarvis, James Lee Freeman, Peter Farrelly, Pete Jones y Mike Cerrone, basado en una historia de David Occhino y Jason Decker. Elenco: Zac Efron, Andrew Santino, Jermaine Fowler, John Cena, William H. Macy, Lex Scott Davis, Anja Savcic, Daniel Monks, Jane Badler, Heather Mitchell y Debra Lawrence. Fotografía: John Brawley. Música: Dave Palmer. Duración: 113 minutos. Apta para mayores de 16 años. En Amazon Prime Video.

Foto del texto: Jermaine Fowler (izquierda), Zac Efron y Andrew Santino en “Ricky Stanicky”. (Ben King / Amazon Prime Video)

Publicado en el diario La Voz del Interior el martes 19 de marzo de 2024.
Jesús Rubio / Copyleft 2024

Los dueños de la tierra

“El bastardo”, con Mads Mikkelsen, es un drama histórico centrado en un capitán retirado del ejército danés que quiere cultivar un páramo cedido por el rey.

Hay un cine de autor y también hay un cine de actor, es decir, películas que se sostienen fundamentalmente por el trabajo de su actor principal. De la contundente El bastardo, del danés Nikolaj Arcel, se podría decir que es cine de actor, porque tiene como protagonista al gran Mads Mikkelsen, quien siempre eleva el arte dramático a un nivel altísimo y se adueña de las películas en las que participa.

El filme se ubica en el siglo XVIII, más precisamente en Copenhague en 1755, cuando el capitán retirado Ludvig Kahlen (Mikkelsen), hijo bastardo de un noble y una sirvienta, llega a los yermos brezales de Jutlandia para cultivar la tierra y así conseguir honor y riqueza. Pero la naturaleza es brutal, el suelo es árido, la tierra está plagada de forajidos y durante décadas todos los que han ido allí han fracasado.

El empecinamiento de Kahlen es clave en la puesta en escena y Arcel hace de sus planos un reflejo de su personaje. El director logra filmar una película de época e histórica con mucha violencia y austeridad, sin que merme en ningún momento la rigurosidad en la fotografía (a cargo de Rasmus Videbaek), en la música (de Dan Romer) y en las actuaciones.

Pronto aparece el enemigo de Kahlen, Frederik De Schinkel (Simon Bennebjerg), el terrateniente cruel que quiere adueñarse de las tierras, sobre todo de la parte en la que se instala Kahlen para cultivar y para crear una colonia con permiso del rey, y con la ayuda de un amigo y de una pareja de fugitivos.

De Schinkel, quien cree que en la vida reina el caos, no soporta que alguien pueda cultivar ese páramo y que, encima, tenga la aprobación del rey. De a poco vemos cómo el villano trata a sus empleados y de lo que es capaz de hacer con tal de sacarse de encima a Kahlen.

También conocemos a la prima de De Schinkel, Edel (Kristine Kujath Thorp), con quien se quiere casar. Sin embargo, el personaje femenino más importante es Ann Barbara (Amanda Collin), la mujer de Johannes (Morten Hee Andersen), la pareja que logra escapar de la tiranía de De Schinkel y que decide quedarse con Kahlen para ayudarlo a cultivar papas.

Hay gitanos por la zona a los que se los ve como malditos, y en el grupo de gitanos hay una niña, Anmai Mus (Hagberg Melina), el otro personaje clave, quien entabla una relación especial con Kahlen, al que ve como a un padre. Esa suerte de familia que se forma entre el protagonista, la niña y Ann es el elemento decisivo de la trama.

La interpretación de Mikkelsen irradia convicción. Su personaje expresa agresividad y rudeza cuando las cosas se ponen tensas, y sensibilidad en los momentos difíciles. Mikkelsen se luce con su rusticidad triste y contenida, sin hacer una mueca de más.

Arcel deja en evidencia la codicia y la maldad de los poderosos que quieren pasar por encima de la gente, con personajes bien marcados y, a su vez, sutiles. Y lo hace con mucho pulso para desarrollar el drama y para recordarnos que siempre hay que luchar por un orden, por lo justo, por lo que le corresponde a cada uno.

El bastardo (Bastarden, Dinamarca/Suecia/Noruega/Alemania, 2023)

Drama

Muy buena (****)

Dirección: Nikolaj Arcel. Guion: Nikolaj Arcel y Anders Thomas Jensen, basado en el libro “The Captain and Ann Barbara”, de Ida Jessen. Elenco: Mads Mikkelsen, Amanda Collin, Simon Bennebjerg, Hagberg Melina, Kristine Kujath Thorp, Gustav Lindh, Morten Hee Andersen, Thomas W. Gabrielsson, Jacob Lohmann, Magnus Krepper y Olaf Højgaard. Fotografía: Rasmus Videbaek. Música: Dan Romer. Duración: 127 minutos. Apta para mayores de 16 años.

Foto del texto: Mads Mikkelsen como Ludvig Kahlen en “El bastardo”. (Henrik Ohsten / Magnolia Pictures)

Jesús Rubio / Copyleft 2024

Infierno bajo el agua

“Atrapados en lo profundo”, sobre los sobrevivientes de un accidente aéreo que van a parar al fondo del mar, recae en una fórmula trillada.

El cine norteamericano de género es el más grande que hay, pero a veces también es el más idiota. Hacen tantas películas de terror por año, que la mayoría casi siempre es insufrible, como si, con el pretexto de respetar o enmarcarse en una tradición particular del género, tuvieran licencia para maltratar al espectador, al que creen igual de estúpido que los personajes y las historias que a menudo plantean.

Una de las representantes de este cine de género inverosímil (pero no en el sentido de inverosimilitud que defendía Alfred Hitchcock) es Atrapados en lo profundo, una película que fusiona a los ponchazos distintos subgéneros, como el de supervivencia, el de tiburones y el de accidentes de aviones (atravesados por el suspenso, la aventura y el terror), y que logra mantener cierta tensión a pesar de que nunca creemos las cosas imposibles que hacen los personajes.

Dirigida por Claudio Fäh, el filme cuenta la historia de unos jóvenes que se toman un avión para irse de vacaciones, con la pareja principal y un amigo, una pareja de ancianos con una niña y un guardaespaldas de la protagonista. El problema llega cuando una de las turbinas explota al impactar contra una parvada y el avión se viene abajo hasta quedar hundido en el fondo del mar.

Los sobrevivientes quedan atrapados en una burbuja de aire y la desesperante situación se transforma en una carrera contrarreloj por la vida. Para colmo de males, unos hambrientos tiburones empiezan a rondar el avión suspendido en un risco submarino y a atacar a los sobrevivientes, llevando la trama al terreno del terror con escualos asesinos.

Se entiende desde el vamos la propuesta, con las típicas situaciones descabelladas que, por obligación, tienen que tener estas películas. Pero la verdad es que cansa un poco cuando no hay un mínimo de riesgo, de invención, de originalidad. Por más que mantenga el suspenso y nos meta en la historia, Atrapados en lo profundo se circunscribe a una fórmula trillada que termina imponiéndose.

Los protagonistas, encabezados por Ava (Sophie McIntosh), son bastante desagradables y no logran que empaticemos con ellos. Al contrario, hay escenas en las que se merecen ser devorados por los tiburones. El personaje de McIntosh no tiene carisma ni atractivo. Y si a esto le sumamos los baches, las manipulaciones y los giros torpes del guion, la película se hunde tanto como el avión.

Los tiburones son las dos estrellitas y los personajes son las tres, y entre ellos entablan una lucha pesadillesca, con miembros mutilados y mucha sangre en el agua, y algunos jumpscares predecibles. A veces vencen las dos estrellas, es decir, los tiburones, y muy pocas veces los personajes, es decir, las tres estrellas.

A pesar del guion remanido y del imposible argumento, el filme logra mantener la tensión, la desesperación de los personajes y la adrenalina que se genera en el fondo del mar. Sin embargo, la sensación que deja es de rápido olvido, de película pasatista que sirve más para compartir con amigos que para quedar en alguna lista de buenos títulos con tiburones.

Atrapados en lo profundo (No Way Up, Estados Unidos, 2024)

Terror

Regular (**)

Dirección: Claudio Fäh. Guion: Andy Mayson. Elenco: Sophie McIntosh, Will Attenborough, Jeremias Amoore, Manuel Pacific, Grace Nettle, Phyllis Logan, Colm Meaney, James Carroll Jordan, Carlos Agualusa y Peppijna Dalli. Fotografía: Andrew Rodger. Música: Andy Gray. Duración: 90 minutos. Apta para mayores de 13 años (con reservas). En cines.

Foto del texto: Jeremias Amoore (izquierda), Sophie McIntosh, Will Attenborough, Grace Nettle y Phyllis Logan en “Atrapados en lo profundo”. (Kevin Baker / Altitude Films)

Publicado en el diario La Voz del Interior el sábado 16 de marzo de 2024.
Jesús Rubio / Copyleft 2024

Un osito de peluche de terror

“Imaginario: Juguete diabólico” es una película relativamente atípica, con tiempos propios y con la imaginación como terreno experimental.

Hay que reconocerle a Imaginario: Juguete diabólico su empecinamiento por exprimir hasta la última gota los juegos de la imaginación. Es tan subjetivo determinar si es buena o mala que solo nos queda dejarnos llevar por la propuesta y ver cómo el director Jeff Wadlow y el productor Jason Blum se encargan de salir de ese laberinto imaginario en el que se meten, a veces con aciertos, a veces con tropiezos, pero siempre con un gesto experimental digno de destacar.

La película se toma su tiempo para desarrollar el terror. Recién a los 45 minutos, más o menos, aparece el primer susto con monstruo incluido. La premisa es más o menos simple: Jessica (DeWanda Wise), una historietista y dibujante profesional, vuelve a la casa de su infancia con su marido Max (Tom Payne) y sus dos hijastras (hijas de Max), la adolescente Taylor (Taegen Burns) y la niña Alice (Pyper Braun). Pronto nos damos cuenta de que Jessica tuvo un pasado traumático, que se va develando de a poco.

Mientras, la niña Alice encuentra en el sótano de la casa un viejo oso de peluche al que llama Chauncey, y con el que empieza a hablar y a jugar. Lo tenebroso es que la niña hace una voz como de ventrílocuo, como si se tratara de la voz del oso. Pero en ningún momento se muestra que Alice mueve la boca, lo cual es un válido truco del guion para sembrar la duda.

Hay una vieja vecina del barrio, Gloria (Betty Buckley), que conoce a Jessica porque fue su niñera, y hay un vecino adolescente, Liam (Matthew Sato), que coquetea con Taylor. También aparece el padre de Jessica, Ben (Samuel Salary), quien está internado por causas que tienen que ver con el pasado de su hija, quien desapareció cuando era niña, después de dibujar y de escribir cosas extrañas, lo mismo que está haciendo Alice.

El terror se cocina a fuego lento y los sustos están puestos de manera estratégica, sin saturar la trama. El director es astuto en el planteo de la imaginación: si el oso es imaginario, como dicen los personajes, no lo tendrían que ver. Sin embargo, el oso está y la niña lo ve (y el espectador también), algo que los guionistas y Wadlow se las arreglan para justificar con un acertado giro.

El problema llega cuando el filme se mete de lleno en la imaginación laberíntica en la que quedan atrapados los personajes. Ahí el filme avanza y retrocede, y por momentos no sabe cómo salir, aunque se nota que es parte de su arriesgada propuesta.

Fallida y acertada en partes iguales, con escenas terroríficas y otras de fórmula, Imaginario: Juguete diabólico se enmarca con dignidad en la tradición del subgénero de juguetes diabólicos, demostrando esmero y buenas intenciones, con un terror sobrenatural que es como un laberinto imaginario de difícil salida.

Vale la pena verla, ya sea para renegar o para disfrutarla. Es una película que tiene méritos formales y argumentales, y nadie puede negar el conocimiento de la materia de Jason Blum, quien permanentemente está haciendo películas que proponen nuevas formas del terror a partir de tópicos o subgéneros queridos por el público.

Imaginario: Juguete diabólico (Imaginary, Estados Unidos, 2024)

Terror

Buena (***)

Dirección: Jeff Wadlow. Guion: Greg Erb, Jason Oremland y Jeff Wadlow. Elenco: DeWanda Wise, Taegen Burns, Pyper Braun, Betty Buckley, Tom Payne, Veronica Falcón, Samuel Salary, Matthew Sato, Alix Angelis y Wanetah Walmsley. Fotografía: James McMillan. Música: Omer Ben-Zvi, Alexandre Cote, Kevin Lax y Bear McCreary. Duración: 104 minutos. Apta para mayores de 13 años. En cines.

Foto del texto: Pyper Braun en “Imaginario: Juguete diabólico”. (Parrish Lewis / Lionsgate)

Publicado en el diario La Voz del Interior el martes 12 de marzo de 2024.
Jesús Rubio / Copyleft 2024

El glorioso regreso del guerrero dragón

“Kung Fu Panda 4” es una irresistible aventura con mucha acción y con mucho humor, atravesada por un mensaje subversivo.

Hay buenas noticias, Kung Fu Panda 4 es espectacular, divertidísima, frenética, imparable, con una vuelta de tuerca subversiva y con un mensaje que es una bomba molotov arrojada al corazón de los monstruos camaleónicos que solo desean hacer el mal al pueblo sin tirarle una migaja.

¡Bravo, Po!, gracias por continuar siendo el gran Guerrero Dragón y, ahora, el Maestro Espiritual del Valle de la Paz, gracias por tu técnica imbatible e infalible de kung fu, por las patadas voladoras en los traseros de villanos a los que no les caben otra cosa más golpes fulminantes por más simpáticos que nos resulten a veces.

Con pulso electrizante, el director Mike Mitchell y la codirectora Stephanie Ma Stine entregan una irresistible aventura con mucha acción y con mucho humor, combo necesario para ganarse a la popular, que va al cine a pasarla bien en familia y a llevarse un mensaje ejemplar y esperanzador, que se pone del lado de los marginados, huérfanos, abandonados, callejeros y ladrones de la ciudad.

En esta oportunidad, el maestro Shifu (voz de Dustin Hoffman en la versión en inglés) le dice a Po (voz de Jack Black) que tiene que buscar a su sucesor como el nuevo Guerrero Dragón y pasar a ser el Maestro Espiritual del Valle de la Paz, mientras se tiene que enfrentar a una nueva villana: “La Camaleona” (voz de Viola Davis), quien, como su nombre lo indica, es capaz de adoptar la forma de cualquiera, convirtiéndose en una enemiga peligrosísima.

A todo esto, se suma un personaje nuevo, la zorra ladrona, ágil, manipuladora y traicionera Zhen (voz de Awkwafina), a la que Po logra atrapar y meter presa cuando esta entra a robar al Palacio del Valle. Pero cuando Po se entera de que hay una nueva villana en Ciudad Junípero, recurre a Zhen para pedirle que lo ayude a localizarla.

Es así como emprenden juntos el viaje para luchar contra la malvada Camaleona, mientras se enredan en situaciones graciosas y llenas de acción, pasándose al carril de la buddy movie (película de parejas de amigos) desopilante, en la que se lucen tanto los protagonistas como los personajes secundarios, una galería de freaks refugiados en tabernas pendencieras y en sótanos poco confiables.

Los directores demuestran una capacidad enorme para manejar varias subtramas (como la de los padres de Po) y unirlas sin dejar nada suelto y haciendo que todo sea funcional a la trama, que avanza con dosis equilibradas de humor, acción, aventura y emoción.

La película enaltece a toda esta runfla de marginales facinerosos que atenta contra el orden establecido y nos dice, subrepticiamente, que una ladrona puede ser mejor persona que las supuestas “personas de bien”, porque demuestra corazón y amistad, como lo hace Zhen, la candidata a ser la sucesora de Po. Y que una animación le dé el poder a una zorra experta en el arte del latrocinio es un escándalo maravilloso y antisistema.

Kung Fu Panda 4 no para, no suelta, su aventura y su acción con artes marciales honran al cine espectáculo y a la animación más arriesgada y divertida. Es una película con mucha fuerza, con mucho corazón, y con un cierre antológico con Baby One More Time cantada por un Jack Black desatado. Sí, como la película.

Kung Fu Panda 4 (Estados Unidos/China, 2024)

Animación

Excelente (*****)

Dirección: Mike Mitchell y Stephanie Ma Stine. Guion: Jonathan Aibel, Glenn Berger y Darren Lemke. Voces en la versión original en inglés: Jack Black, Awkwafina, Viola Davis, Dustin Hoffman, Bryan Cranston, James Hong, Ian McShane, Ke Huy Quan, Ronny Chieng, Lori Tan Chinn, Seth Rogen, Mr. Beast y James Murray. Música: Hans Zimmer y Steve Mazzaro. Duración: 94 minutos. Apta para todo público. En cines.

Foto del texto: Po (voz de Jack Black en la versión en inglés), derecha, y Shifu (voz de Dustin Hoffman), su mentor, en “Kung Fu Panda 4”. (Universal Pictures)

Publicado en el diario La Voz del Interior el sábado 9 de marzo de 2024.
Jesús Rubio / Copyleft 2024