Un osito de peluche de terror

“Imaginario: Juguete diabólico” es una película relativamente atípica, con tiempos propios y con la imaginación como terreno experimental.

Hay que reconocerle a Imaginario: Juguete diabólico su empecinamiento por exprimir hasta la última gota los juegos de la imaginación. Es tan subjetivo determinar si es buena o mala que solo nos queda dejarnos llevar por la propuesta y ver cómo el director Jeff Wadlow y el productor Jason Blum se encargan de salir de ese laberinto imaginario en el que se meten, a veces con aciertos, a veces con tropiezos, pero siempre con un gesto experimental digno de destacar.

La película se toma su tiempo para desarrollar el terror. Recién a los 45 minutos, más o menos, aparece el primer susto con monstruo incluido. La premisa es más o menos simple: Jessica (DeWanda Wise), una historietista y dibujante profesional, vuelve a la casa de su infancia con su marido Max (Tom Payne) y sus dos hijastras (hijas de Max), la adolescente Taylor (Taegen Burns) y la niña Alice (Pyper Braun). Pronto nos damos cuenta de que Jessica tuvo un pasado traumático, que se va develando de a poco.

Mientras, la niña Alice encuentra en el sótano de la casa un viejo oso de peluche al que llama Chauncey, y con el que empieza a hablar y a jugar. Lo tenebroso es que la niña hace una voz como de ventrílocuo, como si se tratara de la voz del oso. Pero en ningún momento se muestra que Alice mueve la boca, lo cual es un válido truco del guion para sembrar la duda.

Hay una vieja vecina del barrio, Gloria (Betty Buckley), que conoce a Jessica porque fue su niñera, y hay un vecino adolescente, Liam (Matthew Sato), que coquetea con Taylor. También aparece el padre de Jessica, Ben (Samuel Salary), quien está internado por causas que tienen que ver con el pasado de su hija, quien desapareció cuando era niña, después de dibujar y de escribir cosas extrañas, lo mismo que está haciendo Alice.

El terror se cocina a fuego lento y los sustos están puestos de manera estratégica, sin saturar la trama. El director es astuto en el planteo de la imaginación: si el oso es imaginario, como dicen los personajes, no lo tendrían que ver. Sin embargo, el oso está y la niña lo ve (y el espectador también), algo que los guionistas y Wadlow se las arreglan para justificar con un acertado giro.

El problema llega cuando el filme se mete de lleno en la imaginación laberíntica en la que quedan atrapados los personajes. Ahí el filme avanza y retrocede, y por momentos no sabe cómo salir, aunque se nota que es parte de su arriesgada propuesta.

Fallida y acertada en partes iguales, con escenas terroríficas y otras de fórmula, Imaginario: Juguete diabólico se enmarca con dignidad en la tradición del subgénero de juguetes diabólicos, demostrando esmero y buenas intenciones, con un terror sobrenatural que es como un laberinto imaginario de difícil salida.

Vale la pena verla, ya sea para renegar o para disfrutarla. Es una película que tiene méritos formales y argumentales, y nadie puede negar el conocimiento de la materia de Jason Blum, quien permanentemente está haciendo películas que proponen nuevas formas del terror a partir de tópicos o subgéneros queridos por el público.

Imaginario: Juguete diabólico (Imaginary, Estados Unidos, 2024)

Terror

Buena (***)

Dirección: Jeff Wadlow. Guion: Greg Erb, Jason Oremland y Jeff Wadlow. Elenco: DeWanda Wise, Taegen Burns, Pyper Braun, Betty Buckley, Tom Payne, Veronica Falcón, Samuel Salary, Matthew Sato, Alix Angelis y Wanetah Walmsley. Fotografía: James McMillan. Música: Omer Ben-Zvi, Alexandre Cote, Kevin Lax y Bear McCreary. Duración: 104 minutos. Apta para mayores de 13 años. En cines.

Foto del texto: Pyper Braun en “Imaginario: Juguete diabólico”. (Parrish Lewis / Lionsgate)

Publicado en el diario La Voz del Interior el martes 12 de marzo de 2024.
Jesús Rubio / Copyleft 2024

Un hit inmediato de terror

“M3GAN” es tremendamente efectiva y tiene una villana con mucho carisma.

De la unión de Blumhouse Productions (de Jason Blum) y Atomic Monster (de James Wan) nace un nuevo clásico del terror con muñeca asesina, una película que no se puede dejar de ver porque tiene todos los ingredientes de un hit instantáneo del género, con dosis bien administradas de suspenso, humor, terror y ciencia ficción.

M3GAN, dirigida por Gerard Johnstone y basada en una historia de Akela Cooper y James Wan, es otra prueba de que las grandes películas son las que saben calar hondo en los espectadores con historias que alertan sobre ciertos peligros y que fluyen sin dejar lugar para la distracción.

M3GAN se mueve con soltura entre dos subgéneros: el de muñecos asesinos y el de robots que pierden el control, dando como resultado un entretenimiento que se las arregla para abordar con ingenio un tema peliagudo: el de la inteligencia artificial, que no deja de ser un hecho y un problema ético y filosófico.

Hoy todo el mundo convive con algún programa de computación inteligente o con algún artefacto que realiza actividades por nosotros. El teléfono celular es el ejemplo más obvio, el que más se parece a lo que representa la muñeca del filme, una especie de moderno Prometeo que puede llegar a reemplazar a los humanos si le damos cabida.

El androide de la empresa Funki es un robot humanoide totalmente autónomo, con características nunca antes vistas. Esculpida con titanio y equipada con un chip personalizable en seis diferentes pigmentaciones de piel de silicona, M3GAN está diseñada para soportar cualquier situación que la vida le depare. Pero los aspectos más emocionantes de la muñeca son las características que puede desarrollar.

La historia arranca cuando la niña Cady (Violet McGraw) sufre un accidente de auto con sus padres, en el que pierde a ambos. Debido a esta tragedia, Cady queda a cargo de su tía Gemma (Allison Williams), una ingeniera en robótica que trabaja para la prestigiosa marca de juguetes Funki.

Gemma no sabe cómo hacerse cargo de Cady y decide terminar un prototipo de inteligencia artificial a modo de prueba para que acompañe a su sobrina mientras ella trabaja. La idea es que M3GAN cumpla la función de una niñera, pero sin reemplazar a los padres fallecidos.

Uno de los representantes de la empresa, David (Ronny Chieng), queda asombrado con el nuevo juguete y decide lanzarlo al mercado. El problema es que M3GAN se conecta cada vez más con Cady, a tal punto de matar si alguien le hace daño a la niña. Ya se podrán imaginar lo que sucede después de que M3GAN llega a la casa de Gemma para cuidar a Cady.

La película plantea de manera didáctica los riesgos que acarrea el desarrollo de la inteligencia artificial, ya que es una tecnología que se puede volver en contra de los humanos, no solo reemplazándolos en sus quehaceres, sino también atentando contra sus vidas.

M3GAN es tremendamente efectiva y cuenta con una villana con mucho carisma, que se gana al público gracias a su aspecto de Barbie robótica escalofriante, con mirada penetrante, como si nos estuviera sacando la ficha para luego atacar. Tanto la película como la muñeca quedarán, sin dudas, en la memoria cinéfila y en la historia del cine de terror.

M3GAN (Estados Unidos/Nueva Zelanda, 2022)

Terror, Ciencia ficción

Muy buena (****)

Dirección: Gerard Johnstone. Guion: Akela Cooper, basado en una historia de Akela y James Wan. Elenco: Allison Williams, Violet McGraw, Ronny Chieng, Amie Donald, Brian Jordan Alvarez, Jen Van Epps, Lori Dungey, Stephane Garneau-Monten y Amy Usherwood. Fotografía: Peter McCaffrey y Simon Raby. Música: Anthony Willis. Duración: 102 minutos. Apta para mayores de 13 años (con reservas). En cines.

Foto del texto: La muñeca protagonista en “M3GAN”. (Geoffrey Short / Universal Pictures)

Esta crítica fue publicada en el diario La Voz del Interior el sábado 21 (en la web) y el miércoles 25 (en papel) de enero de 2023.
Jesús Rubio / Copyleft 2023